Amnesia - Capítulo 1
Dramatis personae.–
Hombre (identidad desconocida)
Voz (identidad desconocida)
Ana, niña perdida
Capítulo 1
El hombre abre los
ojos lentamente y mira a su alrededor. Se encuentra sentado en el suelo, con la
espalda apoyada en una pared y las piernas completamente estiradas.
Tras examinarse, ve
que viste un mono de color negro sin ningún tipo de distintivos y botas
militares. También lleva una pistola alojada en una funda de pernera.
Se levanta despacio,
intentando recordar quién es y qué hace allí, pero no consigue acordarse de
nada.
Mira a su alrededor.
Es de noche y está nublado. Se encuentra en lo que parece ser un pequeño pueblo
de casas bajas. La pared en la que estaba apoyado corresponde a una tienda de
ultramarinos, débilmente iluminada desde el interior.
Observa su reflejo en
el escaparate. Es alto, delgado, de pelo castaño y ojos claros. Cuando acerca
la cara para verse mejor, le da un terrible pinchazo en la cabeza que casi hace
que caiga al suelo del dolor. Cierra los ojos y, por inercia, se agarra el
cráneo con ambas manos y aprieta. Segundos después, el dolor desaparece.
Comienza a caminar
por las oscuras calles, apenas iluminadas por farolas. No hay absolutamente
nadie. El pueblo parece abandonado.
Tal vez por instinto,
tal vez por miedo, desenfunda la pistola, una Glock 23, y comprueba el
cargador. En el interior sólo hay alojados cinco cartuchos.
Entonces, procedente
de una esquina, oye lo que parece un sollozo. Se acerca al lugar y encuentra
una niña, sentada y con la cabeza entre las rodillas.
– ¿Estás bien? –le
pregunta.
La niña levanta la
cabeza y le mira. Debe tener seis o siete años. Es delgada, tiene el pelo largo
y oscuro recogido en una coleta y unos enormes ojos verdes.
– Todos se han ido
–le dice la niña.
– ¿A dónde, pequeña?
¿Dónde se han ido? ¿Dónde están tus papas?
– Se los llevaron los
monstruos –dice, y vuelve a meter la cabeza entre las rodillas, sollozando.
¿Monstruos? –se pregunta. Aquella situación comenzaba a ponerle muy
nervioso.
De pronto, un
teléfono comienza a sonar. El hombre mira en todas direcciones, buscando dónde
se encuentra el origen, cuando se percata que el teléfono se encuentra en su
bolsillo.
Mete la mano y lo
saca. Es negro, rectangular, del tamaño de la palma de su mano y no porta
ningún tipo de marca o modelo. La pantalla muestra un texto: “número privado”.
Descuelga deslizando
el dedo.
– ¿Sí? –pregunta.
– ¿Has encontrado a la niña? –le dice una voz
masculina. Aunque habla en su mismo idioma, tiene un extraño acento.
– ¿La niña? –por un
momento se queda bloqueado–. Sí, sí. Estoy con ella. ¿Quién eres?
– Debes defenderla a toda costa, ¿comprendes?
Por encima de tu propia vida. Ella es la clave.
– ¿Quién eres? ¿Qué
ocurre? ¿La clave de qué?
– De la salvación de la Humanidad.
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