Warhammer Fantasy - Expedición Wyrdstone
Expedición
Wyrdstone
- ¿Y decís que esta piedra puede contener la salvación de
nuestra raza? Rezuma maldad pura –el mago elfo la examinó con cuidado, casi con
miedo, antes de devolvérsela a su Maestro.
- Lógico que la rezume, Polaris –le contestó el otro
hechicero mientras recogía la piedra y la guardaba en un estuche de ilthimar-. Es
la manifestación física de la magia pura, procedente del mismísimo Reino del
Caos. Los humanos la llaman “Piedra Bruja”.
- ¿Por qué yo, Maestro? –preguntó Polaris tras un segundo
de silencio-. Hay otros magos más poderosos en la Torre. Si la tarea es tan
importante, ¿no debería mandar a alguien con más experiencia?
- Hay magos más poderosos, sí –decía el hechicero
mientras miraba el pequeño estuche-. Pero para esta misión no necesito a
alguien poderoso, si no a alguien con la mente abierta. La mayoría de tus
compañeros son altivos en exceso y no explorarían zonas en las que habrá que
entrar ni se mezclarían con la gente que allí encontrarás. Tú, sin embargo… He
seguido tu instrucción –puso una mano en el hombro de Polaris-. He visto inacabable
curiosidad, tus ansias por aprender, tu disposición a experimentar con nuevas
fórmulas. No te importa mancharte las manos y la túnica si hace falta. Además
–señaló la vaina vacía que colgaba a un lado del cinturón de Polaris-, eres
hábil con la espada. Y allí tendrás que utilizarla en más de una ocasión,
créeme.
- Confío en vos, Maestro. Obedeceré cualquier orden que me
deis. ¿Me acompañará alguien en el viaje?
- Claro. La mayoría de los humanos son oscos y crueles. He
vivido muchos años entre ellos y sé de lo que son capaces –contestó el
hechicero con una media sonrisa-. Además, para la mayoría somos seres casi mitológicos;
muy pocos han visto a nuestra gente y, los que lo han hecho, casi siempre han
acabado recibiendo flechas de nuestros primos de Athel Loren o huyendo de los
corsarios druchi. Te acompañará una partida de exploradores de mi entera
confianza, además de un pequeño grupo de Guardianes de la Espada y un
destacamento de Guardias del Mar.
- ¿Guardianes, Maestro? –recriminó Polaris, olvidando por
un momento con quién estaba hablando-. ¡Son críos con apenas entrenamiento!
- Los Maestros de la Espada están para proteger la Torre
Blanca y a cualquier hechicero que parta en misión oficial para ella –explicó
el otro elfo, ignorando el tono de su antiguo alumno-. Desgraciadamente, tu
misión es secreta y no la conoce nadie aparte de mí y de Belannaer. La marcha
de un grupo Maestros de la Espada, por pequeño que sea, sería notoria y habría
preguntas.
- De acuerdo, Maestro –cedió Polaris, agachando sumiso la
cabeza-. ¿Cuándo he de partir hacia Mordheim?
- Esta noche –le contestó el hechicero, dándole la
espalda y mirando por la ventana-. Los siervos del Caos se aglutinan en los Desiertos
del Norte y temo que el Fin de los Tiempos esté cerca. Necesito la Piedra de
Disformidad cuanto antes.
- Así sea. No os fallaré, Maestro Teclis.
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