Wildlands - Desterrados 3

 

Desterrados 3

 

 

 

 

- Han accedido –dice Runaway -. Se reunirán con nosotros al amanecer en la zona de dunas cercana al Lago Baskunchak.

- Muy bien. Debemos ir y prepararlo todo –comenta Farrapo-. Con los D´yavol no vamos a usar la estrategia prevista, pero si traen contravigilancia es posible que se confundan con el brillo y piensen que somos más.

 

 

- Un poco más a izquierda –ordena Kazak a través del talkie-. Ahí, perfecto.

Apunta con el laser del Kalashnikov hacia el espejo que acaban de colocar y contempla orgulloso como su idea funciona. La reflexión producida hace que el sentido del haz de luz del puntero láser se invierta, haciendo parecer que el origen se encuentra en un lugar completamente opuesto.

Tras colocar los tres espejos en su lugar, ocultos entre la arena del desierto, realiza una última comprobación, confirmando que los láseres llegarán hasta sus objetivos cuando tengan que hacer uso de ellos.

 

 

Ronin se encuentra de pie, junto a Farrapo y Kazak, viendo como se acerca un enorme Hummer de color negro. Han dejado a Nómada y Runaway ocultas y con los fusiles listos. Espera que no tengan que actuar, pero más vale estar prevenidos. Nunca puedes fiarte de un mafioso.

El vehículo llega cerca de su posición y de él descienden cuatro individuos trajeados. Uno de ellos, empuñando una Uzi, se queda junto al vehículo, mientras los otros tres se dirigen hacia ellos.

El del medio sin duda es su líder. Solo hay que ver cómo camina. Desprende autoridad y prepotencia por todos sus poros. Debe tener veintipocos años, de pelo moreno y piel pálida. Sus manos están llenas de anillos y los tatuajes en sus brazos asoman por los puños de la camisa. Se detienen a escasos metros de los Desterrados.

Ronin recuerda la lección rápida de ruso que le ha dado Kazak y les saluda.

- Dobro pozhalovat! Kak dela?

El joven comienza a reírse de forma exagerada mirando a sus secuaces, que también sonríen. Ronin enarca una ceja, sin llegar a comprender dónde está el chiste.

- Putos yanquis –dice el joven entre risas-. No mancilles mi idioma materno con ese asqueroso acento que tienes.

¿Putos yanquis? –piensa Ronin, comprendiendo ahora el motivo de las risas-. Me quitaría la máscara sólo para que viera mis facciones “americanas” y poder reírme yo.

- A ver, ¿quién de vosotros es el jefe? –exige saber el joven.

- Yo –contesta Ronin-. Y de vosotros dudo mucho que seas tú.

Vamos a calentar esto –piensa.

Al joven le cambia la expresión, pasando del divertimento al enfado en cuestión de milésimas de segundos, demostrando su volubilidad.

- ¿Y qué te hace pensar que yo no mando? –grita.

- Fácil. Tu edad. Eres demasiado joven para haber creado el imperio que he oído que tienes aquí. Y dejamos bien claro que sólo hablaríamos con el jefe, no con un segundón.

Arriesgado, pero si se cabrea lo suficiente, menos pendiente estará de la situación real.

- Soy Sergey D´yavol, hijo de Alexey D´yavol. Y tengo poder suficiente para hacer cualquier trato en estas tierras, maldito saco de mierda –explica el joven con odio en los ojos.

- Discúlpeme, Señor D´yavol –ruega Ronin, sonriendo bajo la máscara-.  Ha sido una imprudencia por mi parte. Por favor, hagamos negocios.

Ya eres mío...

 

 

- Ha salido a la perfección –comenta Ronin abriendo la mano y mostrando un sello de oro.

- El plan sigue su curso -dice Farrapo-. Ahora nos toca “pillar” algo de droga y continuar con el negocio. Preparémonos para la llegada de los Çöl Tilkisi.

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