Wildlands - Desterrados 4
Desterrados 4
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Sácalo de quicio –propone Farrapo-. Eso siempre funciona. Ya viste como cayó el
niñato de los D´yavol.
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Eso es fácil de hacer –comenta Nómada, sonriendo-. Si hay algo en el mundo que
joda a un hombre, es una mujer prepotente. Y encima vamos dos. Caerá en
segundos.
Ambos
chocan el puño y se dirigen a sus puestos.
Kazak,
oculto entre las dunas, observa con los prismáticos como se acerca un UAZ
Hunter color verde. Aunque no lo puede asegurar al cien por cien, juraría que
dentro solo van cinco personas.
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Ya llegan –comunica por el talkie-. Todos preparados.
Guarda
los prismáticos, se tumba en el suelo y prepara su Kalashnikov para la acción.
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Ya llevan esperando casi treinta minutos –comenta Runaway-. Estoy desesperada
hasta yo.
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De eso se trata –explica Nómada, al volante del camión-. Si lo impacientamos
con nuestra tardanza, estará más susceptible. Será más fácil traerlo a mi
terreno.
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Colega, a veces te odio.
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Lo sé. Es una de mis virtudes –dice, sonriendo de medio lado-. Vamos, es hora
de trabajar –arranca el camión y se dirigen al punto de reunión.
Apenas
dos minutos después llegan frente al grupo de los Çöl Tilkisi. Son cinco
hombres. Cuatro de ellos visten prácticamente igual, con pantalones de patrón
árido y gorras tipo beisbol. Van armados con dos Kalashnikov, un MP5 y un Steyr
Aug. El del medio sin duda es su líder. Viste un mono gris y marrón y lleva una
pistola en la cintura. Debe medir dos metros, de complexión fuerte y ojos
oscuros. Tiene el pelo largo y negro y la nariz aguileña. En la expresión de su
cara se puede apreciar que no está contento.
Es atractivo –piensa
Nómada-. Qué lástima que esté en el bando
contrario.
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¿Habláis mi idioma? –les pregunta, con tono altivo.
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Sí, por supuesto que lo hablo –contesta Arman, molesto.
Nómada
sonríe bajo la máscara. Apenas ha empezado “el juego” y ya sabe que va a ganar.
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¿Tenéis la droga? –les pregunta con sequedad.
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Sí –contesta Arman tras unos segundos de silencio-. La muestra está en este
maletín –hace una señal a uno de sus hombres para que lo acerque.
El
guardia abre el maletín y dentro se pueden ver varias bolsas de pastillas de
color marrón.
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Perfecto –dice Nómada-. Ahora, si no os importa –desenfunda las pistolas con la
velocidad de un rayo y, apuntando a Arman, añade-, me lo llevo.
Runaway
también empuña el M4 y apunta al grupo.
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¡¿Pero de qué va esto?! –grita Arman, al tiempo que sus hombres apuntan con sus
fusiles a los dos mercenarios.
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Fácil –explica la mujer-. Habéis puteado al señor D´yavol y ahora os quiere
devolver el favor.
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Debéis de estar locas para hacer esto –dice Arman, con una sonrisa sarcástica
en sus labios-. Os superamos en número. ¡Estáis muertas!
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Yo no lo tendría tan claro –comenta ella levantando su mano izquierda.
Esperemos que la trampa
funcione...
La primera señal
–piensa Farrapo.
Aprieta
el botón del láser que lleva en su M4 y apunta a los Çöl Tilkisi, mientras que
con un puntero láser independiente colocado sobre un soporte clavado al suelo,
dispara un haz de luz hacia uno de los espejos colocados en el punto contrario,
haciendo que refleje y aparezca por la espalda de los traficantes.
Ronin
y Kazak, también escondidos entre las dunas, han realizado la misma acción, lo
que hace que parezca que son muchos más hombres de los que en realidad componen
su grupo.
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Bajad las armas –oyen decir a Arman.
Murmuran
algo inaudible a la distancia en la que se encuentran y Nómada baja la mano.
La otra señal. Fuego...
Farrapo,
Ronin y Kazak disparan al tiempo botes de gas somnífero con los lanzagrandas de
sus fusiles, cayendo los tres en el centro del grupo de los Çöl Tilkisi y
haciendo que éstos se duerman entre toses a los pocos segundos.
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Segunda parte completada –dice Farrapo, tras llegar junto a Nómada y Runaway-.
Ronin, prepara el escenario mientras atamos a los Çöl Tilkisi y los subimos al
camión. Después, comenzaremos el último acto.
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