WarHammer 40K - La grabación

 

La grabación

 

 

 

Transcripción de la grabación 1/23/M42. Código de Cadena 26.69.3 del Ordo Xenos.

 

 

¿Hola? ¿Funciona? Espero que sí, por el Sagrado Trono…

 

(Se oye un suspiro)

 

Me llamo Ellen Jorden, miembro de la 6ª Compañía de Ingenieros del Oberon, crucero ligero de clase Intrépido, componente del 243º Regimiento de Hydraphur.

Nuestra misión era patrullar el Subsector Byroth, especialmente cerca del mundo muerto de Hoth, por petición expresa del Ordo Xenos, y avisar si se detectaba alguna incidencia en el planeta.

Incidencias en un mundo muerto… Joder, como si no tuviésemos ya suficientes problemas con los malditos Pieles Verdes. En fin…

 

(Leve pausa, suspiro)

 

Hace cinco ciclos se acopló a nuestra nave un crucero de asalto de los Marines Espaciales, del que descendió un Inquisidor acompañado de un pequeño grupo de Astartes que vestían una armadura negra, salvo por un peculiar color metálico en todo el brazo izquierdo.

Prácticamente nadie del personal civil de la tripulación habíamos contemplado un Marine Espacial de cerca y la visión fue… sublime. Cuando los habitantes de la Antigua Terra escribían sus leyendas acerca de los semidioses, debían referirse a seres como éstos.

El Inquisidor ordenó que se descargase un enorme contenedor, de aproximadamente 2 metros y medio de alto por 3 de largo, dando instrucciones precisas de que estuviese vigilado en todo momento y que por nada del mundo se nos ocurriera abrirlo.

Al parecer portaba un extraño espécimen alienígena que tenían intención de examinar en la Fortaleza de la Guardia Haltmoat, pero antes de transportarlo debían conseguir “algo”, así que nos los dejaban aquí un par de ciclos. Luego se marcharon.

Por supuesto, el Vicealmirante Rogers no osó desobedecer una orden directa de un Inquisidor Imperial, así que organizó turnos de guardia en la bodega de carga alrededor del contenedor, en grupos de tres soldados.

Todo fue bien el primer ciclo.

Después de eso, comenzó la pesadilla.

Nadie sabe cómo ocurrió. ¡He revisado las cámaras de seguridad tantas veces que he perdido la cuenta!

 

(Pequeña pausa y un leve susurro indescifrable)

 

 

No encuentro una explicación coherente.

El caso es que la puerta se abrió. En las grabaciones se aprecia cómo, con una lentitud hipnótica, se va moviendo hasta quedar en línea con la pared del contenedor.

Lo siguiente que se ve es como uno de los soldados se acerca, mira dentro apuntando con el rifle laser y luego a sus compañeros, levantando los hombros en señal de extrañeza.

Y entonces, desaparece. Simplemente, el contenedor se lo traga.

Sus dos compañeros se acercan corriendo y se observa como gritan y empiezan a disparar, si bien, al igual que el primero, ambos son tragados por el contenedor. Primero uno, luego el otro.

Y después, la calma total.

Nada entra o sale del contenedor. Al menos, nada que las cámaras de seguridad hayan sido capaces de captar.

Pero si de algo estoy segura es de que ahí había algo y que ese algo se escapó.

 

(Se oye un lloriqueo)

 

Mierda, joder…

El Oberon, hasta hace cinco ciclos, tenía 39.560 personas a bordo.

A día de hoy sólo quedo yo.

Al menos, eso creo. Si hay algún superviviente más debe estar muy bien escondido.

El primer ciclo fuimos siguiendo al ser con los auspex, viendo que se movía por los conductos de ventilación y los túneles de mantenimiento, hasta que de pronto desapareció. ¡Joder!, no sé cómo lo hizo, pero los auspex dejaron de detectarlo y, desde entonces, esa cosa, sea lo que sea, nos ha estado cazando.

Cada hora desde que se escapó han aparecido cadáveres descuartizados por todas las cubiertas, algunos de ellos con el cráneo agujereado y sin masa cerebral.

El tercer día encontraron al Vicealmirante en su camarote con el cráneo abierto y completamente vacío, sin ojos y con dos enormes agujeros de casi medio metro de largo atravesándose en pecho de lado a lado.

Dos horas después, esa cosa saboteó el sistema de ventilación de la zona de proa del crucero, dejando sin oxígeno a más de la mitad de la nave. Calculo que murió cerca del 70% de la tripulación en menos de una puta hora.

 

(Una leve pausa, en la que se escuchan lloros)

 

Por el amor del Emperador… no puedo con esto…

 

(Más lloros. Continúa con voz entrecortada)

 

En ese momento estalló el pánico. El personal comenzó a huir por las cápsulas de escape. Empezaron a matarse entre ellos con tal de conseguir una, pero esa… cosa, no sé cómo, se cargó el sistema de lanzamiento de las cápsulas, haciendo que explotaran cuando iban a salir.

¡El maldito hijo de puta acabó con más de 200 personas en apenas treinta minutos!

Finalmente entendí que lo mejor era ocultarme, así que recogí provisiones y me encerré en la sala de control del hangar, que es un espacio sin entradas más allá de la puerta y las ventanas blindadas.

Llevo aquí escondida desde entonces. He aprovechado el tiempo para visualizar las grabaciones de seguridad de la nave, pero… pero no se ve nada. Las cámaras no recogen nada. ¡NO HAY NADA!

 

(Pausa, suspiro)

 

Cálmate, Ellen… ufff… joder…

 

(Pausa)

 

En las grabaciones realizadas por las cámaras térmicas he conseguido aislar… algo, una especie de sombra, una mancha que se mueve a la velocidad del rayo. Sale de la nada, destroza algún soldado desprevenido y vuelve a esconderse. Ataca desde las sombras y únicamente se ve cómo la gente desaparece de pronto o, en otros casos, cómo son partidos por la mitad por una cuchilla invisible. Luego se vuelve a escabullir por los conductos de la nave, como si fuese una cucaracha.

Una cucaracha gigantesca y mortal.

Intuyo que el ser debe medir alrededor de dos metros y que tiene varios brazos, o zarpas, o cuchillas. Yo qué sé…

He lanzado una señal de auxilio, pero las comunicaciones de corto alcance no funcionan y el Astrópata está muerto, así que estamos aislados del resto del Imperio.

¡Oh, Dios Emperador! Protégeme. Sólo espero que los Marines Espacia…

¿Eh? ¿Qué es ese ruido? ¿¡Cómo es posible?! ¡POR EL AMOR DEL EMPERADOR! ¡QUÉ ERES! ¡NOOOOOAAAAGHHH…!

 

(Se escuchan chillidos y, luego, silencio durante varios minutos)

Fin de la grabación.

 

 

 

            El Inquisidor Sebastian Shaw, tras terminar de escuchar las palabras de la ingeniera, observa el pequeño grabador durante unos segundos y lo guarda en un bolsillo de su túnica, retumbando aún en la sala el grito agónico de la mujer, cuyo cadáver se encontraba descuartizado a sus pies.

-       Sargento –dice sin mirar al enorme guerrero de armadura negra que le acompaña-. Necesitamos todas las grabaciones de video que puedan rescatar, tanto las de esta sala como las del Puente de Mando.

-       Sí, Inquisidor. ¿Qué hacemos con el Lictor?

-       Abatidlo si se lo cruzan.

-       ¿Y si no lo encontramos?

-       No importa. En tener lo que necesitamos volaremos el crucero y arderá con él. Lo ideal sería conseguirlo vivo, pero creo que va a ser imposible volver a atraparlo. Es de categoría Alpha y conoce este crucero mejor que ninguno de nosotros. Ya sabe cómo evitar los auspex y las cámaras térmicas. Si nos quedamos mucho tiempo aquí nos acechará hasta cazarnos uno a uno -deja de hablar unos segundos, desviando la mirada hacia el bolsillo donde guarda el grabador-. Tenemos toda la información que precisamos. Las grabaciones serán de vital importancia en el futuro de la guerra contra los Tiránidos.

-       Como disponga, Inquisidor –dice el Sargento asintiendo con la cabeza, tras lo cual se dirige a su Kill Team y comienza a dar instrucciones.

Shaw sale del habitáculo, se acerca al contenedor y mira los cadáveres del interior. No le gusta la pérdida de vidas humanas, pero esto había sido necesario.

Desde que el Comandante Vilnus puso en conocimiento del Ordo Xenos la posible aparición de un nuevo zarcillo Tiránido por el Oeste Galáctico, poco o nada se había hecho para comprobarlo, si bien él conocía lo suficiente al Señor Vigía como para saber que no daría un comunicado como ese sin tener pruebas suficientes que lo demostrasen.

Y, tras iniciar una investigación, Shaw obtuvo más que indicios que ponían de manifiesto que podía ser cierto, desde el cese de comunicaciones de las balizas astromagnéticas del espacio profundo más allá del Segmentum Pacificus, hasta la reciente y muy inusual disminución de los ataques orkos en la zona. Si sus conclusiones son correctas, la invasión tiránida acabaría siendo inexorable.

El Ordo Xenos necesita más información, necesitan estudiar el comportamiento de estos seres hasta límites nunca antes superados, ya que este enemigo sobrepasa a todos con creces, lo que hace que el sacrificio de unas cuantas vidas humanas para salvar millones sea perfectamente asumible.

El Maestro Kryptman tiene razón. Un Inquisidor debe perder su humanidad para salvar la especie. En la Galaxia no hay hueco para la compasión o la misericordia, no para quienes tienen el conocimiento, que es al tiempo don y maldición.

Y ahora, gracias a este sacrificio, podría hacer un informe exhaustivo acerca de uno de los especímenes más peligrosos de esa maldita raza alienígena.

-       El Emperador Protege –dice mirando los cadáveres, tras lo cual se marcha de nuevo hacia su nave.

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